lunes, 21 de noviembre de 2011

UN GOBIERNO AGOTADO

El día siguiente a unas elecciones todos los partidos mantienen haber ganado; siempre hay algún argumento que permite sostener que no se ha perdido, o al menos que no se ha perdido del todo. En este caso sin embargo, en Euskadi, hay dos claros vencedores, el Partido Nacionalista Vasco y Amaiur.

En el caso de Amaiur sus resultados suponen un éxito claro, aunque es cierto que ponen de manifiesto que llegaron a su tope en las elecciones municipales y forales de mayo. En el caso del Partido Nacionalista Vasco, en unas elecciones que siempre nos resultan especialmente difíciles, solo cabe calificar de éxito el haber logrado los objetivos marcados, que no eran otros que ser la primera fuerza en Euskadi y mantener el Grupo Parlamentario.
No puede decirse lo mismo del Partido Popular y el Partido Socialista. El primero porque, pese a su rotunda victoria en el Estado, ha sido incapaz de mejorar sus resultados respecto a las elecciones generales de 2008. El Partido Popular de Basagoiti no da más de sí. El Partido Socialista ha sufrido en Euskadi un desastre de grandes proporciones, pasando de 430.000 a 250.000 votos.


Cabe mantener que la primera y más clara conclusión de los resultados de las elecciones celebradas ayer es que el gobierno de Patxi López es un gobierno agotado, sin legitimidad social, y cuya continuidad se ha convertido en un lastre para Euskadi.

Si tras las elecciones municipales y forales del pasado mes de mayo, y por fin con todas las opciones políticas presentes en las urnas, ya resultaba evidente que el actual gobierno vasco no representaba la realidad social de Euskadi, ahora tras las elecciones generales la situación de Patxi Lopez en la Lehendakaritza se ha vuelto insostenible.

En una situación de profunda crisis económica, con el desempleo creciendo en Euskadi a un ritmo muy superior al que lo hace en el estado, la pervivencia de un gobierno que solo sobrevive por su afán de permanecer en el poder, pero que ha quedado deslegitimado por las urnas dos veces consecutivas en seis meses, resulta una carga que Euskadi no debe soportar.

Porque no se trata ya solo de la anomalía que supone un gobierno que nació exclusivamente porque una parte importante del cuerpo electoral fue privado del derecho a elegir sus representantes, sino que en una situación como la actual, de fuerte crisis, los vascos y las vascas tenemos derecho a que el gobierno que afronte tan difícil situación sea precisamente el que hemos elegido para hacerlo, y no otro que ocupa el poder como consecuencia de una anomalía democrática.

El gobierno de Patxi Lopez está agotado, y el mejor, por no decir el único, servicio que podía hacer a Euskadi es llevarnos de forma tranquila y ordenada a unas elecciones anticipadas que permitan la configuración de un nuevo gobierno dotado de la capacidad y legitimidad precisas para afrontar una crisis que cada día cuesta el empleo a más ciudadanos vascos.

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